domingo, 28 de marzo de 2010

Por Lexy Solarte

Una tarde calurosa cuando iba camino para la universidad, mientras observaba los carros transitar y las calles de la ciudad, leí un aviso publicitario que decía: “No es de donde venimos sino hacia donde vamos”. Ese mensaje me pareció interesante y se sumergió en lo más profundo de mis pensamientos y me respondí a mi misma que era cierto, ya no me importaba saber de dónde veníamos porque lo había aprendido en mis estudios de bachillerato; pero ¿cuál es el futuro de la humanidad entre tanto caos causado por los desastres naturales y la destrucción del hombre? Me pregunté.
En la noche, al tratar de dormir, mis pensamientos se ahondaron en el mismo tema y mi imaginación se elevo cuando buscaba darle respuesta a cuáles serían las consecuencias de tanto caos en la humanidad porque mis padres todos los días me repiten: “El presente es ahora y lo que hagamos ahora depende nuestro mañana”.
De ahí, empecé a imaginar ese futuro pesimista y lo único que me llevaría si me dieran la oportunidad de hacerlo. Allí mismo pensé en una cartera, la más grande que tuviese guardada en el closet, aunque pareciera una locura, será de mucha utilidad, por lo menos para mí.
Lo primero que guardaré es una botella de agua para no deshitradarme porque seguro el líquido H2O se contaminara por los desechos orgánicos e inorgánicos. Después, unas galletas y algunos enlatados porque quizás los alimentos se escasearán, en efecto de la hambruna, muchos pelearán por la comida o morirán de hambre y desnutrición. También mi suéter fucsia y el bloqueador de rayos solares porque con los efectos del calentamiento global la temperatura se elevara y no quiero brocearme más ni tener frío cuando deba dormir en esas calles desoladas y oscuras porque para aquel entonces no existirá el servicio eléctrico, ya que las reservas enérgicas se habrán agotado.
Luego, unos antibióticos y vitamina C porque los virus y enfermedades originara una pandemia y no quiero contagiarme de gripe, dengue, fiebre amarilla, meningitis, viruela, fiebre hemorrágica venezolana, malaria, peste negra y entre otras que podrían originarse por el deterioro de la tierra. Además, un paragua porque las fuertes tormentas y lluvias torrenciales pueden resfriarme y tampoco quiero dañarme mi cabello para cuando deba asistir al “funeral” de mis familiares, amigos y conocidos, ya que con tantas pérdidas humanas que acaecerán, no deseo tener una mal apariencia; a pesar que de mis sesenta kilos, rebajaré algunos o más de veinticinco y para cubrir la palidez, el agotamiento, mis pómulos salientes, la resequedad de mi piel y la tristeza guardaré mi portacoméstico.
Llevaré dinero en efectivo porque con las pérdidas materiales y económicas, no habrá empleo y necesitaré comprar algunos insumos, de repente la inflación aumente un 100% y no deseo que la desesperación me conlleve a saquear ni robar en los supermercados ni a nadie. Para entretenerme, guardaré en la cartera mi ipod, así no escucharé el llanto ni el sufrimiento de las personas y, menos, el de aquellos niños hambrientos y huérfanos. Y cuando la batería se acabe, me sentaré entre los escombros para observar el nuevo panorama de la ciudad: edificios, casas, escuelas, hospitales, empresas y entre otras infraestructuras totalmente destruidas. De ello, supondré que el pueblito donde nacieron mis padres, el ganado y la agricultura habrá muerto.
Por último, guardaré a escondidas el vibrador que nunca he usado - mis amigos de la universidad me lo regalaron por burla en mi cumpleaños pasado- . Lo llevaré, por si acaso, no encuentro a mi novio porque seguro se rumoreara la extinción del hombre de la faz de la tierra, y recordé que una vez leí una historia llamada “Un orgasmo en una cápsula negra” basada sobre una chica con cáncer que decidió suicidarse en pleno orgasmo. Aunque yo no sufro esa enfermedad y menos pretendo suicidarme, indudablemente, moriré entre toda esa histeria que ocasionamos por nuestra inconciencia humana; pero antes de desaparecer, deseo sentir un poco de satisfacción y agradecimiento por este mundo que me acogió y fui parte de su destrucción.

Así que abrí los ojos y dejé de imaginar ese futuro tan pesimista, porque reflexioné que aún estamos a tiempo de evitarlo. - Sí, aunque parece difícil- , pero en ese instante decidí que ahorraría la electricidad, el agua, no tiraría la basura, ahorraría el gas, propiciaré la paz e invitaré a mis amigos de la universidad para conformar un grupo activista donde la intención sea crear campañas de concientización y así explicar que no se trata de donde venimos sino hacia donde vamos si seguimos generando tanto daño al planeta tierra.